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Hija de la radionovela y el cine

Hace 57 años se produjo la primera telenovela colombiana. La realizó Producciones Punch y la protagonizó la actriz Raquel Ércole. El género venía de tener éxito en Cuba, México y Venezuela. Inicialmente fue en vivo y se emitía dos o tres veces por semana.

La telenovela colombiana es tan antigua como la misma televisión nacional, aunque la primera original se realizó en 1963, es decir, nueve años después de la apertura de la primera transmisión televisiva, en realidad ya se habían dado pasos iniciales en su desarrollo con las adaptaciones de obras teatrales que se llamaron teleteatros. Luego llegaron versiones de las historias románticas radiales a la pantalla. De ahí que se dice que la telenovela es hija de la radionovela y del cine mexicano, este último por aquella época tenía gran aceptación y versaba mayoritariamente sobre relatos de amor y desamor llevadas al extremo y en tono de mariachi o música azteca. También tiene su parentesco con el llamado folletín o novela impresa por entregas de carácter romántico, nacido en Francia y popularizado en América.

ANTES EN CUBA Y MÉXICO

A comienzos de la década de los años 50 en Cuba ya había escritores de literatura y teatro que estaban escribiendo los primeros libretos de telenovela, siendo la trama de la película El derecho de nacer, adaptada inicialmente en las televisoras de Cuba y México. En Colombia la primera historia de amor en pantalla chica se llamó En el nombre del amor, se realizó y estrenó en 1963. Sus protagonistas fueron Aldemar García y Raquel Ércole y la produjo Producciones Punch, compañía que sobrevivió en la industria hasta el año 2000 y que desarrolló los primeros melodramas televisivos.

En aquella época la emisión era dos o máximo tres veces por semana, en vivo y en directo. Las condiciones permitían que la historia pudiera transcurrir en uno o máximo dos sets o lugares. Aunque En el nombre del amor tuvo acogida, realmente fue El 0597 está ocupado, realizada por la cadena Uno en 1964, que también contó con el protagónico de Raquel Ércole, la que llamó la atención de un enorme público. Se trataba de la historia de un hombre que por error marcaba el teléfono de una cárcel de mujeres y allí le contestaba una de las reclusas, comenzando así un idilio a distancia.

Las primeras estrellas de la pantalla fueron  Raquel Ércole, Rebeca López y María Eugenia Dávila.

Raquel Ércole fue la primera protagonista de telenovela colombiana

Luego sería RTI, programadora que desapareció en 2017 que también la apostaría al género que para la época contaba con bastante acogida en México y Venezuela con historias de escritoras como Delia Fiallo, Corín Tellado o Caridad Bravo, incluso algunas de las versiones de las telenovelas mexicanas actuales corresponden a tramas que dichas creadoras escribieron en los 60.

Volviendo a Colombia fue Una mirada imborrable, la primera apuesta de este tipo de RTI, que tuvo en su elenco a María Eugenia Dávila, Waldo Urrego y Ramiro Corzo. De ahí en adelante fueron las telenovelas las que se convirtieron en el plato fuerte de las denominadas parrillas de la cadena Uno, la única que existía para la época.

AMOR Y MUCHO MÁS

Los actores de las historias de amor venían justamente de las radionovelas y el teatro, después de todo su trabajo era muy similar al que desarrollaban, ya que era cuestión de actuar en vivo, no frente al público, sino frente a una cámara.

Fue a partir de los años 70 que las compañías de televisión empezaron a apostarle a productos románticos con elementos adicionales, como la historia y la literatura. Aunque seguían predominando los relatos que involucraban hijos perdidos, amores entre ricos y pobres o fortunas inmensas en manos equivocadas para luego ser entregadas a cenicientas que ignoraban su origen burgués.  El alférez real, Manuela, El caballero de Rauzán y Lejos del nido fueron algunas de las más recordadas.

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Desde la calle 24 con carrera sexta en Bogotá, la televisión se emitía en vivo

En realidad, fue en los años 80 cuando la televisión colombiana comenzó a vivir una verdadera revolución en las historias y Latinoamérica comenzó a ver las apuestas nacionales como las brasileras: arriesgadas y vanguardistas que, si bien guardaban la pureza y el encanto de su protagonista femenina, le añadían un poco más de fortaleza, carácter e incluso rebeldía. Las más exitosas fueron versiones de obras literarias que ahondaban en las historias románticas. Pero sigo siendo El rey, La vorágine, La tía Julia y el escribidor, El gallo de oro, Su majestad el dinero, Tuyo es mi corazón, Amándote, Caballo viejo y La rosa de los vientos figuran entre las más vistas. Por este tiempo las nuevas telenovelas no solo se veían en la noche también en la mañana y en la tarde había estrenos muy bien recibidos.

Presentación de El gallo de oro, telenovela que consolidó a Amparo Grisales. Su advertencia para visualizar obedece a las imágenes en las que se ven gallos peleando.

TODO UN PROCESO

Los expertos mencionan tres etapas de la telenovela en la región. Una primera desde sus comienzos hasta 1970 que denominada artesanal, pues se desarrollaban con bajo presupuesto y estaba enfocada al público local. Eran en directo y con pocos personajes y su duración era relativamente corta.

Una segunda etapa fue la Industrial que ocupó la década de los 70 donde en países como México se empezaron a realizar varias telenovelas al tiempo, en Colombia y Venezuela ocurrió algo similar, aunque nunca con el volumen que lo hicieron los centroamericanos.

Gallito Ramírez fue la telenovela que lanzó al estrellato a Carlos Vives, quien a raíz de esta interpretación estuvo en Puerto Rico actuando. La producción tuvo tanta acogida que se realizó un spin off llamado Fercho y compañía.

La tercera etapa ocurrió entre finales de los 80 y los 90 y la llaman la transnacionalización, donde las historias locales empezaron a interesar a otros países, el caso más exitoso fue Los ricos también lloran.

 

En Colombia algunas de las que empezaron la internacionalización fueron: Pero sigo siendo el Rey, Gallito Ramirez y Escalona.

La última etapa incluye una consolidación y universalización que se dio después de los años noventa y hasta los primeros años del nuevo siglo y es cuando el género rompe fronteras de la región y se expande a otras latitudes que incluyen Europa, Asia e incluso África. Además de los productos mexicanos y venezolanos ampliamente conocidos, figuran colombianos como Café, Yo soy Betty la fea, Los tacones de Eva, Pasiones secretas, Pasión de gavilanes, Candela y Las Juanas, entre otras.

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